Qué duda cabe que la educación es un motor de desarrollo y uno de los instrumentos más poderosos para reducir la pobreza y mejorar la salud, la igualdad de género, la estabilidad, entre otros factores (Banco Mundial, 2014).
No obstante, existe un grupo de niños, jóvenes, adolescentes y adultos que no logran aprovechar todos los beneficios de la educación: las personas en extraedad escolar, es decir, con dos o más años de atraso respecto a la edad sugerida para el grado correspondiente.
Esta situación, originada en contextos complejos como de pobreza, problemas en el hogar que afectan la asistencia a la escuela y el aprendizaje, condiciones de vulnerabilidad, situaciones de riesgo como el pandillaje, etc., suele no recibir una respuesta adecuada del sistema educativo. Es un grupo poblacional heterogéneo con necesidades específicas que está limitado en su formación.
En el Perú, solo en el ámbito urbano encontramos más de medio millón de personas en esta situación. De ellas, el 30% acude a los Centros de Educación Básica Alternativa (CEBA), creados exclusivamente para este perfil educativo, mientras que el 70% restante se atiende en la Educación Básica Regular (EBR).
Los escasos recursos económicos de los estudiantes que asisten a los CEBA (el presupuesto ejecutado por alumno en la EBA en el 2013 fue casi 50% menor al ejecutado por alumno en la EBR), les impiden contar con adecuados útiles escolares, materiales pedagógicos, laboratorios de cómputo equipados con acceso a Internet y máquinas operativas, entre otros.
Asimismo, muchos de los docentes de los CEBA no conocen el perfil específico de estos estudiantes y, por ende, no emplean técnicas adecuadas de enseñanza. Las capacitaciones que les ofrecen el Minedu y la UGEL son mínimas y existe una fuerte carencia de psicólogos, pues no se asignan plazas para estos, aun cuando estos alumnos suelen ser los más vulnerables y necesitados en lo que a trabajo socioemocional se refiere.
La infraestructura es otro punto crítico. Al compartir espacios con las instituciones educativas de la EBR, se generan problemas como que muchos directores de EBR limitan el uso de oficinas, aulas, laboratorios y recursos educativos en general.
Por todo lo anterior, resulta fundamental que el problema de extraedad escolar sea puesto en la agenda pública, para que las autoridades busquen soluciones. Desde este espacio, en la siguiente entrega propondremos algunas a considerar.
Janice Seinfeld (Este post ha sido escrito con la colaboración de Gisele León, Analista en Videnza Consultores)
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