El modelo de Cristina Fernández de Kirchner, al igual que el de Chávez, sin lugar a duda, es más distributivo que de creación de riqueza; también, implica un deslave institucional (pérdida de autonomía del Banco Central de la República Argentina y de los poderes), menos seguridad jurídica y personal, más conflicto, inflación, escasez, dependencia y asistencialismo.
Pero, Argentina no es Venezuela.
Es decir, aunque Argentina también produce y exporta los llamados commodities (y también manufacturas), la diversificación de las exportaciones de ese país hace que el gobierno argentino dependa de los privados, y no al revés; mientras que, por el contrario, en Venezuela, son los privados los que siempre han dependido del Estado y los gobiernos (i.e. de sus divisas y del gasto fiscal financiado con la renta externa de origen petrolero). Argentina financia el gasto público con tributos, más que con rentas (como la petrolera), y las divisas son generadas por el sector privado, no por el sector público como en Venezuela.
Estrangular al aparato productivo nacional sin límites ha sido posible para Chávez, pero, Cristina no podrá hacer lo mismo ilimitadamente. Hugo Chávez pudo hacer desaparecer a 200 mil empleadores, según afirma el propio INE, y aún así ganar las elecciones el 7O, al incrementarse dramáticamente el consumo privado de bienes importados financiados con el aumento de la deuda y el precio del petróleo, que pasó de 8$/barril hace casi 14 años a 105$/barril en la actualidad.
Dicho de otro modo, gracias al petróleo, Chávez ha podido destruir la industria nacional y, aún así, financiar un incremento del consumo privado de muchos bienes importados (manteniendo su popularidad), mientras sobrevaluó deliberadamente el bolívar, abaratando las importaciones y el ahorro en divisas. Pero, Cristina Fernández de Kirchner no podría hacer lo mismo. La razón es sencilla. A diferencia del caso venezolano, el gobierno argentino no puede darse el lujo de sobrevaluar tanto la moneda nacional para abaratar los importados, porque sino las exportaciones en dólares y la recaudación caería (Chávez sí puede hacerlo, básicamente porque los ingresos petroleros en divisas dependen del precio del petróleo, y no de cuán sobrevaluado esté el bolívar). Igualmente, Chávez puede darse el lujo de acabar con la industria nacional no petrolera y usar el petróleo para aumentar el consumo de bienes importados, pero Cristina no puede hacerlo, pues Argentina se quedaría sin exportaciones (dólares) y recaudación tributaria.
En Argentina seguirá la sobrevaluación, la falta de seguridad jurídica y personal, el conflicto, la inflación, la escasez, la dependencia, el asistencialismo, las expropiaciones y confiscaciones, pero jamás en la magnitud, o frecuencia, del ilimitado caso venezolano. Los argentinos deberán preocuparse por seguir a diario lo que pasa en Venezuela, esencialmente con la política y la salud de Chávez, quien vendió su ideología a Cristina. Igualmente, deberán fortalecer sus gremios y sindicatos para evitar que aparezca una figura jurídica que pueda obligar a los productores agrícolas y pecuarios a vender su producción al Estado Argentino. Únicamente en ese caso, el gobierno Argentino se haría del control de las divisas y estaría en capacidad de arrodillar a los productores y ciudadanos como lo ha hecho el gobierno Venezolano.
Ángel García Banchs
@garciabanch
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