Una Política Cambiaria
Disfuncional
En los últimos 12 años en Venezuela se han realizado un sinfín de “experimentos cambiarios” en el marco de una política disfuncional y un Estado cada día mas interventor en la función económica. La eliminación de la libre convertibilidad de una moneda es una política de emergencia cuando los países presentan crisis aguda de balanza de pagos, pero aquí equivocadamente esta medida se hizo permanente en el tiempo, creando evidentes distorsiones y desequilibrios productivos.
Recordemos que en el año 2003 se
instaura el control de cambios naciendo un ente administrativo llamado CADIVI,
luego se permitió un mercado permuta de títulos valores para la obtención de
divisas a través de operadores financieros formales, tiempo después el entonces
Ministro Giordani los acusaba destempladamente de ser las culpables de la alta
tasa de inflación en Venezuela, lo que derivó en la posterior “mutilación” del
mercado de capitales y el cierre masivo de Casas de Bolsa y Corretaje. Acto
seguido se creó el mercado SITME administrado por el Banco Central de Venezuela
(BCV), para que luego el mismo Ministro reconociera su fracaso y la creación de una
gigantesca red de empresas de “maletín” por donde se habían fugado miles de
millones de USD. Ante esta situación se diseña otra plataforma llamada SICAD,
la cual sufrió inmediatamente una metamorfosis por ser poco operativa, lo que
dio como resultado la aparición del SICAD I (ofertas mediante subastas) y del
SICAD II (Una especie de SITME hibrido con títulos y efectivo) administrado
nuevamente por el BCV.
Así se
llega al año 2014, se cambia de nombre al ente administrador de divisas CADIVI
y pasa a llamarse CENCOEX, en el cual se siguen otorgando divisas para
alimentos y medicinas además de otros rubros básicos a la absurda tasa
sobrevaluada de 6,30 bs/ Dólar. Durante el II semestre de ese mismo año, las
asignaciones oficiales de divisas cayeron abruptamente a solo unos 85 millones
de USD diarios, en parte por la aceleración en la caída de los ingresos
petroleros, combinado con un sistema productivo en franco deterioro, un
ambiente hiperinflacionario, una economía petro-dependiente y rentista la cual
proporciona menos 50% de los bienes y alimentos que el venezolano consume.
Ante esta
cruda realidad y en el medio de una economía cortesana atizada por la escasez
de bienes, recientemente se escogió continuar con la dañina distorsión de (3)
tasas de cambios oficiales, fusionar ambos sistemas SICAD, y la creación de un tercer
mecanismo llamado SIMADI (Sistema Marginal de Divisas), paradójicamente inspirado
en el mercado permuta de títulos valores que el Ministro Giordani pocos años
atrás había cerrado. La fijación arbitrada de un cambio SIMADI alrededor de los
170 bs por dólar y ante la escasez de oferta, solo servirá para consolidar
niveles más altos para el mercado paralelo.
Durante
todo este tiempo de errores, omisiones y equivocados experimentos, el llamado dólar
paralelo de divisas ha sido la única “válvula de escape”, con la cual muchas empresas
que no reciben dólares oficiales pudieron mantenerse operativas y reponer en
algún grado sus inventarios, también ha sido el mercado para transacciones
individuales de personas que tengan deudas o compromisos de pagos en el
exterior. Un mercado de poca profundidad, perfil ilegal, de alto riesgo
operativo y poderosamente influenciado por el ritmo de la inflación, las bajas
Reservas Internacionales, el aumento de la liquidez monetaria y el arbitraje
fronterizo (peso/ bolívar/dólar).
Algunos analistas
estiman que allí podrían negociarse actualmente entre 10- 15 millones de
dólares diarios, y aunque en este mercado se transan poco menos del 10% de las
divisas para importaciones anuales, su precio e influencia es importante
marcador para el resto de la economía.
Ante esta
coyuntura muchos se preguntan, ¿Cuál es la solución o el modelo económico que
nuestra economía necesita?, y la respuesta es más simple de lo que muchos piensan:
- Regresar a un marco de libertades económicas, para devolver el equilibrio a los mercados de bienes.
- Dólar único, libre y flotante.
- Racionalidad en el gasto público para reducir el grotesco déficit fiscal y el tamaño del Estado.
- Generar confianza mediante el respeto a los activos empresariales y derechos de propiedad.
- Aumentar la producción - exportaciones petroleras y no petroleras con inversión privada mediante los incentivos fiscales correctos.
- En lo monetario, dejar de imprimir dinero inorgánico (monetización del déficit) y subir las tasas de interés para rescatar el ahorro interno.
Román
Eduardo Gutiérrez /Consultor
Financiero/ @GutierrezRom
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