Foto: Reuters
Empleadores, gobiernos e instituciones educativas deben trabajar juntas para ofrecer mejores condiciones formativas y profesionales a ese amplio sector de la población mundial.
El desempleo juvenil aqueja el mercado laboral a nivel mundial,
representa una de las principales preocupaciones de los gobiernos de
todo el mundo y es tema de discusión en las reuniones de más alto nivel
de aquellos organismos que vigilan y definen el rumbo de los países. El
origen del problema es múltiple, si bien la falta de experiencia activa
un círculo vicioso: “si no hay trabajo no hay experiencia y sin
experiencia no hay trabajo”. La realidad es que en estos últimos años,
los países han formado a cientos de miles de universitarios que no
encuentran el trabajo al que aspiran y por otro lado existen puestos de
trabajo sin cubrir ya que el mercado no ofrece profesionales con las
competencias requeridas.
El contacto de los jóvenes con expertos en reclutamiento juega un
papel fundamental en la reducción del desempleo, ayudándoles a dar los
primeros pasos en el mercado laboral, ofreciendo orientación profesional
y desarrollando iniciativas que aumenten el conocimiento de las
oportunidades disponibles, así como del tipo de perfiles que exige el
mercado, apoyando a nuevas generaciones a ingresar al mercado laboral.
Esta cuestión es mayor de lo que imaginamos; según la OIT,
actualmente el desempleo juvenil mundial se sitúa en el 12.9%. Además,
las cifras de la OCDE muestran que las economías más grandes del mundo
están en un promedio de poco más del 16%. Sin duda, este fracaso pone en
peligro no sólo el sistema económico global, sino también la cohesión
de nuestras sociedades al no poder asegurar que los jóvenes participen
de manera significativa en las economías.
Respecto a la situación en México, la desocupación de los jóvenes es
menos grave, aunque mejorable. Hoy en día se sitúa en el 9.7% en este
segmento, quedando por lo tanto debajo del promedio de los países de la
OCDE. No obstante, existe un gran desequilibrio entre profesionales con
las competencias adecuadas y los puestos disponibles, que genera una guerra por
captar y retener el talento entre las compañías. Para combatir la
pérdida de la disponibilidad y demanda de talento, los gobiernos e
instituciones educativas deben trabajar de manera conjunta con los
empresarios, para diseñar planes estratégicos que incrementen la
formación de aquellas competencias necesarias de las que existe escasez
en México.
Empleadores, gobiernos e instituciones educativas deben crear un
canal de comunicación constante para definir las competencias clave y
necesarias para atraer y generar talento específico, así como incentivar
los programas de formación profesional al interior de las empresas,
como un recurso para aquellos jóvenes que desean ingresar al mercado
laboral. Es así como estas tres figuras juegan un papel fundamental en
el desarrollo e innovación de un mercado laboral que logre responder al
cambiante entorno sociopolítico y económico de cada país, para insertar
de manera exitosa en la población económicamente activamente a sus
jóvenes profesionistas.
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